Izaskun Herrojo Salas ha sido Directora de la Hemeroteca-Biblioteca del Archivo General de la Nación de República Dominicana desde 2016 y también profesor universitario adjunto en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra en Santiago y Santo Domingo. Documentalista se ocupa de las Ciencias de la Información y docente del laboratorio de la asignatura Conservación y Conservación de Documentos.
Izaskun, eres el Director de la hemeroteca de República Dominicana. En resumen, ¿puedes contarnos sobre tu trabajo y lo que haces?
Antes de comenzar quisiera darte las gracias por la oportunidad de formar parte de este increíble proyecto y a la vez felicitarte por la excelente iniciativa. Compartir nuestras experiencias como bibliotecarios con otros colegas de profesión más allá de nuestras fronteras, es sin lugar a dudas algo inspirador, pero sobretodo un espacio de motivación y esperanza. Bien, dando respuesta a tu pregunta, resumir brevemente lo que hacemos es difícil, pero lo intentaré. La Hemeroteca-Biblioteca del Archivo General de la Nación de la República Dominicana, es una unidad de información especializada que nace con el objetivo de dar soporte académico y técnico tanto a investigadores como a profesionales del archivo, apoyando en todo momento los diferentes programas de estudio y profesionalización de nuestro activo más importante, su personal. La Hemeroteca-Biblioteca, además tiene una doble misión, ya que por Ley (418-82 sobre Depósito Legal) se convierte junto a la Biblioteca Nacional y el Congreso Nacional, en biblioteca perceptora de toda la producción intelectual, artística y científica del país, fruto de la actividad editorial. La Hemeroteca-Biblioteca está dividida en diferentes áreas de trabajo, tenemos la división de Desarrollo de colecciones, la de Organización y representación de la información (procesos técnicos), la de Hemeroteca y la Biblioteca Digital. Como parte de la Hemeroteca tenemos un proyecto muy especial y de gran relevancia para historiadores, que no quiero dejar de mencionar, que es el de Prensa Diaria Dominicana. Bien, dicho esto, mi trabajo principal es gestionar cada una de las áreas de trabajo, revisando todos los procesos, proponiendo mejoras continuas, promoviendo buenas prácticas a diferentes niveles y sobretodo seguir siendo, con el apoyo institucional del Archivo, una activista por las bibliotecas, impulsando actividades de animación a la lectura, actividades culturales y de apoyo a la investigación para no solo satisfacer las demandas de información de nuestros usuarios cotidianos, sino de “enamorar” a las nuevas generaciones. Hoy más que nunca necesitamos pensar en los relevos generacionales, pues tenemos una población de usuarios envejeciente y debemos aprovechar ambos escenarios, la experiencia y sabiduría de los mayores con la energía y entusiasmo de los jóvenes, solo así podremos garantizar un futuro esperanzador y de desarrollo para nuestro país.
¿Qué significa ser bibliotecario en República Dominicana? ¿Cuál es el valor de la profesión y cuál es el camino para convertirse en bibliotecario?
La primera respuesta que me viene a la mente es algo complicada de asumir, pero no deja de ser una realidad, ser bibliotecario en República Dominicana es un doble reto. Por un lado, hay poco apoyo y reconocimiento a la labor del profesional bibliotecario por parte de las estructuras políticas y sociales. Es una profesión maravillosa, pero algo denostada, que diariamente tiene que demostrar y justificar su importancia e impacto dentro de la sociedad. Sin embargo, este reto se convierte a la vez en una caja llena de oportunidades, pues hay mucho trabajo por hacer y muchos colegas con excelente preparación, entusiasmo y vocación, deseosos de impulsar y posicionar a la profesión y a las bibliotecas hacia el lugar que se merecen. Esto es un tema de políticas públicas, para que las bibliotecas y los bibliotecarios puedan desarrollarse y calar de forma positiva en la sociedad y llegar a un mayor número de ciudadanos, debe haber un compromiso de Estado, que involucre y posicione a las bibliotecas en el corazón de los programas educativos, culturales, científicos, económicos y sociales, como eje transversal para el desarrollo de la Nación. Y por el otro, la profesionalización del personal bibliotecario. En el país existen muy pocas opciones de formación en el área. Las más representativas son las de la Universidad Autónoma de Santo Domingo que imparte la carrera de Educación, mención Bibliotecas y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra que tiene un programa especializado de Maestría en Bibliotecología y Ciencias de la Información. Fuera de esas dos opciones, el resto son cursos, talleres y diplomados organizados por instituciones afines que se dan con poca periodicidad. Por tanto ser bibliotecario en la República Dominicana es, un doble reto que requiere de mucha pasión y vocación de servicio.
¿Cómo afectó la experiencia de COVID 19 a las bibliotecas de su país?
En este punto puedo darte dos visiones diferentes, si me quedara solo con mi experiencia, sería muy distinta a la realidad vivida en el país. El Archivo General de la Nación tomó una decisión valiente desde el inicio y fuimos de las primeras instituciones en incorporarnos al trabajo. El 20 de mayo de 2020 entró un primer grupo y comenzamos a brindar servicio al público de manera presencial. Elaboramos nuestros protocolos de seguridad, que umplimos rigurosamente y logramos de manera exitosa mantener activo el servicio público a la ciudadanía. Paulatinamente y conforme fue posible, se fue integrando el personal hasta completar el 100%. Gracias a nuestros proyectos de digitalización durante los dos meses que estuvimos en casa, pudimos garantizar además unos mínimos, apoyando al sector educativo. Por lo que la experiencia vivida, ha sido intensa, pero muy positiva, nos ha permitido romper un poco las barreras y estar presentes para las personas, y eso es realmente muy valioso. Acompañar, orientar y ayudar dese el silencio… Sin embargo, la realidad de las bibliotecas en el resto del país ha sido bien diferente. Con el cierre de colegios y universidades, las bibliotecas también se cerraron y mucho personal bibliotecario fue despedido y/o suspendido temporalmente. La falta de infraestructura a diferentes niveles, impidió brindar servicio a los usuarios con normalidad. No solo se necesitaba contar con recursos de información digital, sino que el mismo personal dispusiera de las destrezas técnicas necesarias, de los equipos informáticos y de la conectividad. En este punto, pudimos darnos cuenta de que no estábamos preparados para algo así. Durante la pandemia, los bibliotecarios fueron completamente prescindibles, o por lo menos eso nos hicieron creer. Esto tiene mucho que ver con lo que te comentaba anteriormente sobre la falta de apoyo y reconocimiento político y social, en este caso también se sumó el institucional.
Desde un punto de vista digital (social, educación a distancia) ¿qué nos puedes contar sobre la situación en tu país?
Antes de la pandemia, la educación a distancia estaba en una situación bastante discreta. Existían ya algunas universidades como la Universidad Abierta Para Adultos (UAPA) con programas formativos de educación virtual, pero por lo general este tipo de formación estaba más bien limitado a determinados programas de posgrado en universidades privadas del país. A raíz de la pandemia, no solo la educación superior tuvo que adaptarse rápidamente a esta situación, sino también las escuelas y colegios. La gran mayoría de los colegios privados, o por lo menos los más importantes, tuvieron opciones de continuar el curso académico, sin embargo no fue así para las escuelas públicas. En este punto he de decir que el Estado dominicano ha realizado grandes esfuerzos en el tema de la educación a distancia durante este año y medio. Se han creado programas de estudio para que los estudiantes pudieran tomar clases a través de diferentes medios, la televisión, la radio, el Internet han sido grandes aliados. Todo un mecanismo de infraestructura y formación docente para continuar con los planes de estudio y apoyar a los estudiantes desde sus hogares. Además les han facilitado dispositivos móviles e incluso se empezó a trabajar en la parte de conectividad para que las familias pudieran tener acceso a Internet sin que esto supusiera un gasto adicional. Muchas familias se han visto afectadas por la pandemia y estas garantías mínimas, han ayudado a sobrellevar esta situación. Ver que el Estado se preocupa por la educación de los ciudadanos, en cualquiera de sus niveles, es cuanto menos alentador, pues se ven claras las prioridades. Ahora bien, desde mi punto de vista y experiencia, a pesar de los esfuerzos realizados, hay que seguir trabajando de manera ardua. Parece que este formato de educación ha eclosionado del todo y ha venido para quedarse. Llevábamos años hablando del e-learning y teorizando, pero con la pandemia, hemos podido observar, o por lo menos yo, que una cosa es teorizar y otra cosa es la realidad, y esta realidad, queda bien lejos de muchas de las teorías desarrolladas hasta el momento. Hemos podido comprobar de primera mano cómo se opera en un sistema de educación a distancia y nos hemos tenido que adaptar y enfrentar a cientos de retos, como por ejemplo, la alfabetización tecnológica, el difícil acceso a equipos tecnológicos, los entornos de estudio inadecuados, la elaboración de contenidos interactivos y multimedia, la famosa brecha digital, la falta de conectividad y/o estabilidad de la red, la falta de energía eléctrica, la simultaneidad de actividades con equipos limitados (trabajo, clases, etc.), la invasión del espacio privado, el exceso en la asignación de tareas, la deshumanización de la educación (hace falta el contacto con los alumnos), las formas de comunicación o la hiperconectividad, entre otras. Creo que el concepto de e-learning no se ha comprendido del todo, pues hemos trasladado la presencialidad a la virtualidad, teniendo a los alumnos sentados frente a la computadora durante horas, sin duda, es algo en lo que debemos mejorar. No obstante, mi mayor temor no viene tanto de la parte técnica, que también, sino cognitiva y de contenido. Tal y como he ido observando y por la propia experiencia, sobre el aprendizaje a través de medios digitales no dejo de preguntarme ¿Realmente estamos preparados para la educación a distancia? ¿los estudiantes están aprendiendo de verdad? ¿Habrá un aprendizaje significativo después de todo este esfuerzo de infraestructura? Tal vez tengamos respuestas a todo esto en un futuro no muy lejano. Yo dejo por aquí estas inquietudes…
“La biblioteca viva que transforma la comunidad” es el título de uno de sus artículos. ¿Puede explicar mejor lo que esto significa para usted?
A través de este artículo cuento la experiencia de transformación que experimentó la Biblioteca Juan Bosch (FUNGLODE), una biblioteca especializada y académica en la República Dominicana, mediante la incorporación de un programa de actividades de extensión cultural que autodenominamos “Biblioteca Viva”. A través del cine, de la música, de la literatura, del arte se fue creando y consolidando un círculo de usuarios que veían en la biblioteca no solo un edificio lleno libros, sino un entorno propicio para el aprendizaje continuo. En este sentido, la idea es clara, las bibliotecas no son entes estáticos, están en continua evolución y cambio, son entes vivos que transforman y se dejan transformar. Son espacios no solo para custodiar un patrimonio bibliográfico, sino es un espacio de investigación, de cultura, de socialización. En aquel entonces hablaba de cómo las bibliotecas cambiaban vidas, cómo éstas se ponían al servicio de la comunidad y se dejaba transformar, siete años después me reafirmo en mis palabras, pero es más, ahora no solo creo que cambien vidas, sino que también las salvan.
¿Qué le recomendaría a un joven estudiante que le gustaría convertirse en bibliotecario algún día?
Este es un trabajo vocacional y de pasión, en el que hay que poner cuerpo, mente y corazón. Soy de recomendar o “aconsejar” poco, pero si de verdad te gusta esta profesión debes saber que desde el momento que tengas oportunidad de trabajar en una biblioteca, ya no habrá vuelta atrás, este mundo te atrapará de mil maneras distintas. Cada día en la biblioteca es una aventura, te enamorarás y será un amor del bueno y duradero, te lo prometo. ¡Eso sí! Cultiva la paciencia para aquellos que cuestionen que para colocar libros en una estantería haya que estudiar 4 años en la universidad, perdónalos, no saben lo que dicen.
L'autore
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Mario Coffa archivista e bibliotecario, laureato in Conservazione dei Beni Culturali presso l’Università degli Studi di Perugia (2005) e diplomato in Archivistica e Paleografia presso la Scuola di Archivistica dell’Archivio Segreto Vaticano (2010). Dal 2010 Lavora per CAeB (Cooperativa Archivistica e Bibliotecaria) presso le biblioteche dell’Università di Perugia come bibliotecario e come archivista presso l'Archivio Storico del Comune di Gubbio. Si occupa di Biblioteche Digitali e formazione in ambito di biblioteconomia digitale. Nel 2014 membro del Comitato Esecutivo Regionale dell’Associazione Italiana Biblioteche (AIB) sezione Umbria, membro del gruppo AIB sul portfolio professionale e nel triennio 2017-2020 Presidente eletto di AIB Umbria. Dal 2020 membro dell'Osservatorio Formazione dell'Associazione Italiana Biblioteche. Autore di diversi articoli e interviste per Insula Europea sul tema degli archivi, delle biblioteche e del digital lending.
Link:
https://mariocoffa.wixsite.com/e-portfolio
http://vegajournal.academia.edu/MarioCoffa
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